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2 de marzo de 2011

11 REGLAS DE BILL GATES


La vida es dura, perversa, sobre todo con jóvenes latinos, que despúes de estudiar una carrera, más de 5 años en la universidad, no encuentran la oportunidad de desarrollarse en nuestros países. Buscan emigrar, mirar nuevos horizontes, y lejos de la familia. No obstante para comprender mejor el signifado de la vida,  que les espera, reflexionemos cada una de los consejos que Bill Gates brinda a la juventud.
Estas 11 reglas, Bill Gates las dictó en una conferencia dirigida a estudiantes y padres de familia,,, aunque duras son necesarias.

Regla Uno- La vida no es justa, acostúmbrate a ello.

Regla Dos- Al mundo no le importará tu autoestima. El mundo esperará que logres algo, independientemente de que te sientas bien o no contigo mismo.

Regla Tres- No ganarás US$5.000 mensuales justo después de haber salido de la preparatoria y no serás un vicepresidente hasta que con tu esfuerzo te hayas ganado ambos logros.

Regla Cuatro- Si piensas que tu profesor es duro, espera a que tengas un jefe. Ese sí que no tendrá vocación de enseñanza ni la paciencia requerida.

Regla Cinco- Dedicarse a voltear hamburguesas no te quita dignidad. Tus abuelos tenían una palabra diferente para describirlo: le llamaban oportunidad.
Regla Seis- Si metes la pata, no es culpa de tus padres, así que no lloriquees por tus errores; aprende de ellos.

Regla Siete- Antes de que nacieras, tus padres no eran tan aburridos como son ahora. Ellos empezaron a serlo por pagar tus cuentas, limpiar tu ropa y escucharte hablar acerca de la nueva onda en la que estabas. Así que antes de emprender tu lucha por las selvas vírgenes contaminadas por la generación de tus padres, inicia el camino limpiando las cosas de tu propia vida, empezando por tu habitación.

Regla Ocho- En la escuela puede haberse eliminado la diferencia entre ganadores y perdedores, pero en la vida real no. En algunas escuelas ya no se pierden años lectivos y te dan las oportunidades que necesites para encontrar la respuesta correcta en tus exámenes y para que tus tareas sean cada vez más fáciles. Eso no tiene ninguna semejanza con la vida real.

Regla Nueve- La vida no se divide en semestres. No tendrás vacaciones de verano largas en lugares lejanos y muy pocos jefes se interesarán en ayudarte a que te encuentres a ti mismo. Todo esto tendrás que hacerlo en tu tiempo libre.

Regla Diez- La televisión no es la vida diaria. En la vida cotidiana, la gente de verdad tiene que salir del café de la película para irse a trabajar.

Regla Once- Sé amable con los "NERDS" (los más aplicados de tu clase). Existen muchas probabilidades de que termines trabajando para uno de ellos.
Siete Reglas de Paracelso

1.- Lo primero es mejorar la salud.-
Para ello hay que respirar con la mayor frecuencia posible, honda y rítmica, llenando bien los pulmones, al aire libre o asomado a una ventana. Beber diariamente en pequeños sorbos, dos litros de agua, comer muchas frutas, masticar los alimentos del modo más perfecto posible, evitar el alcohol, el tabaco y las medicinas, a menos que estuvieras por alguna causa grave sometido a un tratamiento. Bañarte diariamente, es un habito que debes a tu propia dignidad.

2.- Desterrar absolutamente de tu ánimo, por mas motivos que existan, toda idea de pesimismo, rencor, odio, tedio, tristeza, venganza y pobreza.
Huir como de la peste de toda ocasión de tratar a personas maldicientes, viciosas, ruines, murmuradoras, indolentes, chismosas, vanidosas o vulgares e inferiores por natural bajeza de entendimiento o por tópicos sensualistas que forman la base de sus discursos u ocupaciones. La observancia de esta regla es de importancia decisiva: se trata de cambiar la espiritual contextura de tu alma. Es el único medio de cambiar tu destino, pues este depende de nuestros actos y pensamientos. El azar no existe.

3.- Haz todo el bien posible.
Auxilia a todo desgraciado siempre que puedas, pero jamás tengas debilidades por ninguna persona. Debes cuidar tus propias energías y huir de todo sentimentalismo.

4.- Hay que olvidar toda ofensa, mas aun: esfuérzate por pensar bien del mayor enemigo.
Tu alma es un templo que no debe ser jamás profanado por el odio. Todos los grandes seres se han dejado guiar por esa suave voz interior, pero no te hablara así de pronto, tienes que prepararte por un tiempo; destruir las superpuestas capas de viejos hábitos, pensamientos y errores que pesan sobre tu espíritu, que es divino y perfecto en si, pero impotente por lo imperfecto del vehí*** que le ofreces hoy para manifestarse, la carne flaca.

5.- Debes recogerte todos los días en donde nadie pueda turbarte, siquiera por media hora, sentarte lo más cómodamente posible con los ojos medio entornados y no pensar en nada.
Esto fortifica enérgicamente el cerebro y el Espíritu y te pondrá en contacto con las buenas influencias. En este estado de recogimiento y silencio, suelen ocurrírsenos a veces luminosas ideas, susceptibles de cambiar toda una existencia. Con el tiempo todos los problemas que se presentan serán resueltos victoriosamente por una voz interior que te guiara en tales instantes de silencio, a solas con tu conciencia. Ese es el daimon de que habla Sócrates. 



6.- Debes guardar absoluto silencio de todos tus asuntos personales.
Abstenerse, como si hubieras hecho juramento solemne, de referir a los demás, aun de tus más íntimos todo cuanto pienses, oigas, sepas, aprendas, sospeches o descubras. por un largo tiempo al menos debes ser como casa tapiada o jardín sellado. Es regla de suma importancia.

7.- Jamás temas a los hombres ni te inspire sobresalto el DIA mañana.
Ten tu alma fuerte y limpia y todo te saldrá bien. Jamás te creas solo ni débil, porque hay detrás de ti ejércitos poderosos, que no concibes ni en sueños. Si elevas tu espíritu no habrá mal que pueda tocarte. El único enemigo a quien debes temer es a ti mismo. El miedo y desconfianza en el futuro son madres
funestas de todos los fracasos, atraen las malas influencias y con ellas el desastre. Si estudias atentamente a las personas de buena suerte, veras que intuitivamente, observan gran parte de las reglas que anteceden. Muchas de las que allegan gran riqueza, muy cierto es que no son del todo buenas personas, en el sentido recto, pero poseen muchas virtudes que arriba se mencionan. Por otra parte, la riqueza no es sinónimo de dicha; Puede ser uno de los factores que a ella conduce, por el poder que nos da para ejercer grandes y nobles obras; pero la dicha más duradera solo se consigue por otros caminos; allí donde nunca impera el antiguo Satán de la leyenda, cuyo verdadero nombre es el egoísmo.

1 de marzo de 2011

EL ANGEL


En un pueblo había un hombre que era todo bondad y que dedicaba su tiempo a ayudar a los demás.  Pero ocurre que ese hombre, que siempre vestía con una capa larga hasta los tobillos, llevaba debajo de esa prenda una enorme joroba.
Su aspecto era bello pero aquella joroba lo transformaba en un ser deforme y casi toda la gente del lugar se burlaba de él, le palmeaban la giba entre risotadas y no lo tenían en cuenta para nada a pesar de que él tenía en cuenta a todos y a cada uno, preocupándose y ayudándolos.  Algunos, incluso, si estaban de malhumor le arrojaban piedras porque no les gustaba tener cerca a alguien a quien veían como una especie de monstruo.  "Por algo será que Dios lo castigó de esa manera decían algunos que, por supuesto, desconocían si existía ese "algo" al que hacían mención.  El hombre de la joroba, mientras tanto, bajaba la cabeza y jamás respondía a ninguna de las agresiones o los desprecios.  Seguía yendo de un lado a otro del pueblo, bamboleando en cada paso el gran bulto que llevaba en su espalda, y ofreciéndose para lo que desearan.  Un chico solamente, uno de los chicos del pueblo, lo trataba con amor, le sonreía, hablaba con él y lo tomaba de la mano para acompañarlo en sus recorridas.   Un día las gentes del pueblo parecieron ponerse de acuerdo para despertar de pésimo humor. Como este tipo de cosas es contable, discutiendo entre ellos por pequeñeces, empujándose, mirándose con mala cara. De repente apareció, como siempre el hombre de la capa y la joroba.  Eso sólo les faltaba a los iracundos habitantes del lugar.  Como en casos así  ,  los humanos, por su curiosa forma de actuar, buscan descargar sus iras en los más indefensos, el hombre de la joroba fue de inmediato el blanco elegido por todos.  De las agresiones verbales, que fueron creciendo cada vez más y con mayor crueldad, pasaron casi enseguida al ataque físico.  Algunas piedras, al principio. Luego, con esa ira que es más ciega cuando es de muchos, comenzaron a armarse con palos y algunas herramientas y lo cercaron.  Rodeándolo, se disponían ya a atacarlo cuando el chico se abrió paso entre todos y se puso junto a su amigo jorobado.  Hubo un instante de duda. Y fue entonces que el niño les hablo y les dijo: "No pueden tocarlo.  Gracias a él muchas desgracias que pudieron ocurrir en nuestro pueblo no ocurrieron, muchos enemigos se amigaron, muchas familias siguen unidas, muchos hombres conservan sus trabajos y muchas mujeres a sus hijos.  Nos trajo el bien y ustedes eligen ahora pagarle con el mal y él no puede hacer nada para evitarlo..  Nunca me dijo quién es, pero yo lo sé......"
Y, dicho esto, tomo la capa del deforme y la arrancó de un tirón.  En ese momento quedaron al descubierto dos bellas y luminosas alas a las que todos, hasta entonces, habían confundido con una joroba.  El ángel besó al niño en la frente y se fue en silencio, sin un reproche, caminando en medio de los hombres del puedo que se abrían a su paso estupefactos, dejando caer sus armas y mas de una lágrima,  aun los más rudos........
 
Esta historia nos enseña que uno tiene que aprender a ver.....   y que, lo más importante, sólo se ve con los ojos del alma.

mujer de nueve vacas

Dos amigos marineros viajaban en un buque carguero por todo el mundo, y andaban todo el tiempo juntos. Así que, esperaban la llegada a cada puerto para bajar a tierra, encontrarse con mujeres, beber y divertirse.
Un día llegan a una isla perdida en el Pacífico, desembarcan y se van al  pueblo para aprovechar las pocas horas que iban a permanecer en tierra.
En el camino se cruzan con una mujer que está arrodillada en un pequeño río lavando ropa.
Uno de ellos se detiene y le dice al otro que lo espere, que quiere conocer y conversar con esa mujer. El amigo, al verla y notar que esa mujer no es nada del otro mundo, le dice que para qué, si en el pueblo seguramente iban a encontrar chicas más lindas, más dispuestas y divertidas.
Sin embargo, sin escucharlo, el primero se acerca a la mujer y comienza  a hablarle y preguntarle sobre su vida y sus costumbres.
Cómo se llama,  qué es lo que hace, cuantos años tiene, si puede acompañarlo a caminar por la isla.
La mujer escucha cada pregunta sin responder ni dejar de lavar la ropa, hasta que finalmente le dice al marinero que las costumbres del lugar le impiden hablar con un hombre, salvo que este manifieste la intención de casarse con ella, y en ese caso debe hablar primero con su padre, que es el jefe o patriarca del pueblo.
El hombre la mira y le dice: “Está bien. Llévame ante tu padre. Quiero casarme contigo”.
El amigo, cuando escucha esto, no lo puede creer. Piensa que es una broma, un truco de su amigo para entablar relación con esa mujer. Y le dice: “¿Para qué tanto lío? Hay un montón de mujeres más lindas en el pueblo. ¿Para qué tomarse tanto trabajo?”.
El hombre le responde: “No es una broma. Me quiero casar con ella. Quiero ver a su padre para pedir su mano”.
Su amigo, más sorprendido aún, siguió insistiendo con argumentos tipo:
“¿Tu estás loco?”, “¿Qué le viste?”, “¿Qué te pasó?”, “¿Seguro que no tomaste nada?” y cosas por el estilo.
Pero el hombre, como si no escuchase a su amigo, siguió a la mujer hasta el encuentro con el patriarca de la aldea.
El hombre le explica que habían llegado recién a esa isla, y que le venía a manifestar su interés de casarse con una de sus hijas. El jefe de la tribu lo escucha y le dice que en esa aldea la costumbre era pagar una dote por la mujer que se elegía para casarse.
Le explica que tiene varias hijas, y que el valor de la dote varía según las bondades de cada una de ellas, por las más hermosas y más jóvenes se debía pagar 9 vacas, las había no tan hermosas y jóvenes, pero que eran excelentes cuidando los niños, que costaban 8 vacas, y así disminuía el valor de la dote al tener menos virtudes.
El marino le explica que entre las mujeres de la tribu había elegido a una que vio lavando ropa en un arroyo, y el jefe le dice que esa mujer, por no ser tan agraciada, le podría costar 3 vacas.
“Está bien” respondió el hombre, “me quedo con la mujer que elegí y pago por ella nueve vacas”.
El padre de la mujer, al escucharlo, le dijo: “Ud. no entiende. La mujer que eligió cuesta tres vacas, mis otras hijas, más jóvenes, cuestan  nueve vacas”.
“Entiendo muy bien”, respondió nuevamente el hombre, “me quedo con la mujer que elegí y pago por ella nueve vacas”.
Ante la insistencia del hombre, el padre, pensando que siempre aparece un loco, aceptó y de inmediato comenzaron los preparativos para la boda, que iba a realizarse lo antes posible.
El marinero amigo no lo podía creer. Pensó que el hombre había enloquecido de repente, que se había enfermado, que se había contagiado de una rara fiebre tropical. No aceptaba que una amistad de tantos años se iba a terminar en unas pocas horas. Que él partiría y su mejor amigo se quedaría en una perdida islita del Pacífico.
Finalmente, la ceremonia se realizó, el hombre se casó con la mujer nativa, su amigo fue testigo de la boda y a la mañana siguiente partió en el barco, dejando en esa isla a su amigo de toda la vida.
El tiempo pasó, el marinero siguió recorriendo mares y puertos a bordo de los barcos cargueros más diversos y siempre recordaba a su amigo y se preguntaba: “¿qué estaría haciendo?, ¿cómo sería su vida?,  ¿viviría aún?”.
Un día, el itinerario de un viaje lo llevó al mismo puerto donde años atrás se había despedido de su amigo. Estaba ansioso por saber de él, por verlo, abrazarlo, conversar y saber de su vida.
Así es que, en cuanto el barco amarró, saltó al muelle y comenzó a caminar apurado hacia el pueblo.
“¿Dónde estaría su amigo?,  ¿Seguiría en la isla?, ¿Se habría acostumbrado a esa vida o tal vez se habría ido en otro barco?”
De camino al pueblo, se cruzó con un grupo de gente que venía caminando por la playa, en un espectáculo magnífico.
Entre todos, llevaban en alto y sentada en una silla a una mujer bellísima.
Todos cantaban hermosas canciones y obsequiaban flores a la mujer y esta los retribuía con pétalos y guirnaldas.
El marinero se quedó quieto, parado en el camino hasta que el cortejo se perdió de su vista. Luego, retomó su senda en busca de su amigo.
Al poco tiempo, lo encontró. Se saludaron y abrazaron como lo hacen dos buenos amigos que no se ven durante mucho tiempo.
El marinero no paraba de preguntar: “¿Y cómo te fue?,  ¿Te acostumbraste a vivir aquí?, ¿Te gusta esta vida?, ¿No quieres volver?”
Finalmente se anima a preguntarle: “¿Y como está tu esposa?”
Al escuchar esa pregunta, su amigo le respondió: “Muy bien, espléndida. Es más, creo que la viste llevada en andas por un grupo de gente en la playa que festejaba su cumpleaños”.
El marinero, al escuchar esto y recordando a la mujer insulsa que años atrás encontraron lavando ropa, preguntó: “¿Entonces, te separaste? No es la misma mujer que yo conocí, ¿no es cierto?”.
“Si” dijo su amigo, “es la misma mujer que encontramos lavando ropa hace años atrás”.
“Pero, es muchísimo más hermosa, femenina y agradable,  ¿cómo puede ser?”,  preguntó el marinero.
“Muy sencillo” respondió su amigo. “Me pidieron de dote 3 vacas por ella, y ella creía que valía 3 vacas. Pero yo pagué por ella 9 vacas, la traté y consideré siempre como una mujer de 9 vacas. La amé como a una mujer de 9 vacas. Y ella se transformó en una mujer de 9 vacas”.
Cuando alguien nos valora y nos estimula, con sinceridad y amor, obramos cambios impensados...

27 de febrero de 2011

EL AMOR Y LA LOCURA SIEMPRE VAN DE LA MANO

Cuentan que una vez se reunieron en un lugar de la Tierra todos los sentimientos y cualidades de los hombres. Cuando el Aburrimiento había bostezado por tercera vez, laLocura, como siempre tan loca, les propuso: ¿Jugamos a las escondidas?
La Intriga levantó la ceja intrigada, y la curiosidad, sin poder contenerse, preguntó: ¿A las escondidas? ¿Cómo es eso?
Es un juego, explicó la Locura, en que yo me tapo la cara y comienzo a contar desde uno hasta un millón. Mientras tanto ustedes se esconden y cuando yo haya terminado de contar, el primero de ustedes que yo encuentre ocupará entonces mi lugar para continuar así el juego.
El Entusiasmo bailó secundado de la Euforia, la Alegría dio tantos saltos que terminó por convencer a la Duda, e incluso a la Apatía, a la que nunca le interesaba nada. Pero no todos quisieron participar, la Verdad prefirió no esconderse, ¿para qué?, si al final siempre la hallaban.
La Soberbia opinó que era un juego muy tonto (en el fondo lo que le molestaba era que la idea no hubiese sido de ella) y la Cobardía prefirió no arriesgarse.
Uno, dos, tres … comenzó a contar la Locura.
La primera en esconderse fue la Pereza, que como siempre se dejó caer tras la primera piedra del camino.
La Fe subió al cielo y la Envidia se escondió tras la sombra del Triunfo, que con su propio esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol más alto. La Generosidad casi no alcanzaba a esconderse, cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos: que si un lago cristalino, ideal para la Belleza; que si el vuelo de la mariposa, lo mejor para la Voluptuosidad; que si una rendija de un árbol, ideal para la Timidez; que si la ráfaga del viento, magnífico para la Libertad. Así que terminó por ocultarse en un rayito de sol.
El Egoísmo encontró un sitio muy bueno desde el principio, ventilado, cómodo…pero sólo para El.
La Mentira se escondió en el fondo de los Océanos, mientras la realidad se escondió detrás del arco iris y la Pasión y el Deseo dentro de los Volcanes.
El Olvido… se me olvidó donde se escondió, pero eso no es lo importante. Cuando la Locura contaba 999,999, el Amor no había encontrado sitio para esconderse, pues todo se encontraba ocupado, hasta que divisó un rosal y enternecido decidió esconderse entre sus flores.
Un millón... contó la Locura y comenzó a buscar. La primera en aparecer fue la Pereza, a tres pasos de una piedra.
Después se escuchó a la Fe discutiendo con Dios en el cielo sobre la Teología;y a la Pasión y el Deseo los sintió en el vibrar de los volcanes. En un descuido encontró a laEnvidia y, claro, pudo deducir dónde estaba el Triunfo.
Al Egoísmo no tuvo ni qué buscarlo, solito salió disparado de su escondite, que había resultado ser un nido de avispas. De tanto caminar sintió sed y al acercarse al lago descubrió a la Belleza, y con la Duda resultó más fácil todavía, pues la encontró sentada en una cerca sin decidir de qué lado esconderse.
Así fue encontrando a todos. Al Talento entre la hierba fresca, a la Angustia en una oscura cueva, a la Mentira detrás del arco iris… (mentira!, si ella estaba en el fondo del Océano) y hasta el Olvido, que ya había olvidado que estaban jugando a las escondidas.
Pero…el Amor no aparecía por ningún sitio.
La Locura buscó detrás de cada árbol, en cada arroyuelo del planeta, en la cima de las montañas... y cuando estaba por darse por vencida divisó un rosal y las rosas. Tomó una horquilla y comenzó a mover las ramas, cuando de pronto un doloroso grito se escuchó: las espinas habían herido los ojos del Amor. La Locura no sabía qué hacer para disculparse. Lloró, imploró, pidió perdón y hasta prometió ser su lazarillo.
Desde entonces; desde que por primera vez se jugó a las escondidas en la Tierra, eL AMOR es ciego y la LOCURA siempre lo acompaña.

EL NAUFRAGO


El único sobreviviente de un naufragio fue visto sobre    una pequeña isla inhabitada.      Él estaba orando fervientemente, pidiendo a Dios que    lo rescatara, y todos los días revisaba el horizonte    buscando ayuda, pero ésta nunca llegaba.      Cansado, eventualmente empezó a construir una pequeña    cabañita para protegerse, y proteger sus pocas    posesiones.      Pero entonces un día, después de andar buscando    comida, el regresó y encontró la pequeña choza en    llamas, el humo subía hacia el cielo.      Lo peor que había pasado, es que todas las cosas las    había perdido.      El estaba confundido y enojado con Dios y llorando le    decía:    "¿Como pudiste hacerme esto?" Y se quedó dormido sobre    la arena.      Temprano de la mañana del siguiente día, el escuchó    asombrado el sonido de un barco que se acercaba a la    isla.      Venían a rescatarlo, y les preguntó, ¿Cómo sabían que    yo estaba aquí?      Y sus rescatadores le contestaron:    "Vimos las señales de humo que nos hiciste....."      Es fácil enojarse cuando las cosas van mal, pero no    debemos de perder el corazón, porque Dios esta    trabajando en nuestras vidas, en medio de las penas y    el sufrimiento.      Recuerda la próxima vez que tu pequeña choza se    queme.... Puede ser simplemente una señal de humo que    surge de la GRACIA de Dios.      Por todas las cosas negativas que nos pasan, debemos decirnos a nosotros mismos: DIOS SIEMPRE ESTA PRESENTE Y CON NOSOTROS..YIREH

LA RISA

"La risa es una fuerza tan transformadora
que nada más es necesario. 
Si cambias tu tristeza por celebración,
entonces también serás capaz
de cambiar tu muerte por resurrección."
        Me han contado sobre tres místicos hindúes. 
 
Nadie conoce sus nombres. 
 
Se los conocía sólo como Los Tres Santos Reidores,
porque nunca hacían ninguna otra cosa,
solamente reían. 
 
Solían ir de una ciudad a otra,
pararse en el mercado
y largarse una buena carcajada visceral.
 
        Estas tres personas eran realmente hermosas,
riendo y con sus vientres agitándose. 
Era como un contagio,
todo el mercado comenzaba a reír... 
 
Durante unos pocos segundos
un nuevo mundo se abría.
 
Viajaban por toda India sólo ayudando a que la gente se riera. 
Gente triste, gente enojada, gente codiciosa, gente celosa: 
todos comenzaban a reír con ellos. 
 
Y mucha gente captó la clave: 
podemos transformarnos.
 
        Sucedió entonces, en un pueblo,
que falleció uno de los tres. 
 
Los pobladores dijeron: 
"Ahora habrá problemas. 
Su amigo ha muerto y deben llorarlo",
pero los dos estaban bailando,
riendo y celebrando la muerte.
 
        La gente del pueblo dijo: 
"Esto es demasiado. 
Estos  no son modales. 
Cuando muere un hombre
es profano reír y bailar".
 
        Entonces,
los dos hombres dijeron: 
"No saben lo que ha sucedido. 
 
Nosotros pensábamos
quién de los tres moriría primero. 
Este hombre ha ganado, estamos derrotados. 
 
Nos reímos con él toda la vida
¿cómo podríamos despedirlo de otra manera? 
Debemos reír, debemos disfrutar,
debemos celebrar. 
 
Esta es la única despedida posible
para un hombre que ha reído toda su vida. 
 
        Y si no reímos,
él se reirá de nosotros y pensará: 
¡Tontos! 
¿De modo que de nuevo han caído en la trampa? 
 
No pensamos que esté muerto. 
¿Cómo puede morir la risa,
cómo puede morir la vida?
 
        Luego debían incinerar el cuerpo
y la gente del pueblo dijo: 
 
"Lo bañaremos como lo prescribe el ritual". 
Pero aquellos dos amigos dijeron: 
 
"No, nuestro amigo ha dicho
que no hagamos ningún ritual
y no cambiemos su ropa ni lo bañemos. 
 
        Sólo que lo pongamos como está
en la pira crematoria;
por lo tanto,
tenemos que seguir sus instrucciones".
 
        Y entonces, de pronto,
sucedió algo muy importante. 
 
Cuando el cuerpo fue colocado sobre la pira,
ese anciano hombre hizo su último truco. 
 
Había escondido muchos fuegos de artificio
debajo de sus ropas y repentinamente hubo
¡diwali!
 
        Entonces el pueblo entero
comenzó a bailar. 
 
No era la muerte, era la nueva vida,
una resurrección. 
 
Toda muerte abre una nueva puerta. 
 Si cambias tu tristeza por celebración,
entonces tú también serás capaz
de cambiar tu muerte por resurrección. 
 
Aprende este arte mientras haya tiempo.

el relampago

Un relámpago no ilumina tu camino, no te sirve como si fuera una lámpara en tu mano; sólo te da un fogonazo, un vislumbre del camino que tienes por delante. Pero ese vislumbre es precioso; ahora tus pies estarán firmes, ahora serás fuerte, ahora tu determinación de alcanzar tu destino se verá fortalecida. Haz visto el camino, sabes que está ahí y no deambulas sin dirección. Un fogonazo de luz y vislumbrarás el camino que tienes que recorrer y el templo que es el destino de tu viaje. He oído una historia de dos hombres que se perdieron en el bosque una noche muy oscura. Era un bosque muy peligroso, lleno de animales salvajes, muy denso y rodeado de oscuridad. Uno de los hombres era un filósofo y el otro era un místico. De repente estalló una tormenta, las nubes se abrían y había grandes relámpagos. El filósofo miraba al cielo, el místico mantenía la vista en el camino. En ese momento hubo un relámpago y el sendero se iluminó delante de ellos. El filósofo miró al relámpago y se preguntó: "¿Qué está pasando?", perdiendo así el camino. 
Tú estás perdido en un bosque aún más denso que el de esta historia. La noche es más oscura. A veces viene un relámpago: debes mirar al sendero. Chuan Tzu es un relámpago, Buda es un relámpago, yo soy un relámpago. No me mires a mí, mira al sendero. Si me miras a mí, perderás tu oportunidad, porque el relámpago no se volverá a repetir. Sólo dura un momento, y los momentos en los que la eternidad penetra en el tiempo son muy escasos; son como relámpagos. Y cuando empieces a vivir, las cosas ordinarias adquieren una belleza extraordinaria. Cosas pequeñas - la vida consiste en cosas pequeñas - pero cuando les aportas la cualidad de un amor intenso y apasionado se transforman, se vuelven luminosas. 

Mirador-Armando Fuentes Aguirre

¡Te voy a besar donde nunca ningún hombre te ha besado!”. Así le dijo con vehemencia Simpliciano, joven sin mucho mundo, a Pirulina, sabidora mujer que a sus 30 años había recorrido bastantes kilómetros de vida, casi todos de terracería. Respondió la pispa: “¿Me vas a besar donde nunca ningún hombre me ha besado? ¡Caramba! ¡Tendrás que besarme en el píloro, y en Timbuctú!”. (Píloro: abertura inferior del estómago. Timbuctú, o Tombouctou: ciudad de Mali, cerca del río Níger; antiguo punto de importancia en la ruta de las caravanas de camellos por el Sahara). La historietilla anterior me hace evocar a Babalucas. Fue a ver una película francesa, erótica. En una lúbrica escena de libídine el galán tendió a la protagonista en el lecho del placer, y después de quitarle toda ropa la besó apasionadamente en el cuello, en los hombros, en los senos, en la cintura, en el ombligo, en las rodillas (se brincó, pero luego regresa), en las piernas y en los pies. “¡Ah, estos franceses! -exclamó el badulaque, despectivo-. ¡No saben que los besos se dan en los labios!”… Don Timoracio, empleado de don Algón, le dijo nerviosamente al tiempo que daba vueltas en las manos a la visera con plástico verde que usaba en su trabajo de tenedor de libros: “Señor: mi esposa opina que el salario que percibo es muy bajo, y que debo pedir a usted un aumento de sueldo”. “Regrese mañana -contesta don Algón-. Veré qué opina mi mujer”… Doña Panoplia, dama de sociedad, fue abordada en la calle por un astroso limosnero. “Señora -clamó con deprecante voz el pedigüeño-. ¡Llevo dos días sin comer!”. “Lo compadezco, buen hombre -replicó doña Panoplia-. Seguramente estamos viendo al mismo nutriólogo”… Jactancio, presuntuoso individuo, hacía gala de sus triunfos de tenorio. Señalando a las mujeres que pasaban decía, vanidoso: “Esa mujer ha sido mía… Aquélla también… Y aquella otra…”. “¡Caramba! -comentó alguien con admiración-. ¡Pues entre tú y tu esposa se han despachado a toda la ciudadanía de ambos sexos en el pueblo!”… Avaricio Matatías, hombre muy agarrado, le ordenó a su hijo que fuera a la casa de su amigo, Usurino Cenaoscuras, igual de cicatero, y le pidiera su martillo para clavar un clavo. Regresó el muchacho: “Dice que no te presta el martillo, porque se le gasta”. “¡Habrese visto! -se indigna Avaricio-. ¡Lo que hacen algunos por conservar lo suyo! ¡Ahora tendremos que usar nuestro propio martillo!”… Don Astasio llegó a su casa cuando no era esperado, y sorprendió a su esposa Facilisa en apretado trance de concúbito con el vecino. Salió de la recámara el mitrado; colgó en la percha su saco y su sombrero, y encaminó luego sus pasos al chifonier donde guardaba una libreta con dicterios para decirlos a su mujer en tales ocasiones. Volvió a la alcoba y le enrostró a la pecatriz esta palabra: “¡Cachirila!”. Don Astasio había hallado ese vocablo, que designa a la ramera o mujer pública, en el útil “Diccionario de Mejicanismos” (así, con jota) del señor Santamaría. “¡Ay, Astasio! -se quejó ella-. ¡Tú siempre con tus palabras raras, que no hay quien las entienda! ¿Porqué no hablas como toda la gente?”. “Mi modo de hablar no es ahora el tema a discusión -respondió con enojo don Astasio-. Si bien por la manera de expresarse es posible conocer a una persona (‘Habla, para que yo te vea’, decía un filósofo helénico), no menos cierto es que en ocasiones las palabras no importan. ‘Verba movent, exempla trahunt’, postulaban los latinos. Las palabras pueden conmover, pero los ejemplos son los que arrastran. Volvamos, sin embargo, a la cuestión que nos ocupa. Dime: aparte del vecino ¿con quiénes más, vulpeja inverecunda, has faltado a la fe que al pie del ara me juraste?”. “¡Ay, Astasio! -volvió a decir doña Facilisa, cuyo catálogo de interjecciones, bien se ve, era bastante limitado-. ¿Cómo quieres que lo sepa? ¿Ya no recuerdas que cuando hago esto acostumbro cerrar los ojos?”… FIN.

Mirador
Armando Fuentes Aguirre

HISTORIAS DE LA CREACIÓN DEL MUNDO
Dijo el gallo:
- Perdonarán, amigos míos, que deje la reunión. Debo ir a cantar, pues si no canto al amanecer el sol no sale.
El Espíritu oyó aquello, y comentó:
- ¡Qué vanidoso es el gallo!
Respondió el Creador:
- Y eso no es nada. Espera a que haga a los escritores.  
¡Hasta mañana!...








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